No me gusta, pero prefiero colgarlo ya. Responde a un intento frustrado de encontrar a Peter Pan en un jardín equivocado y como tal, puede considerarse la realización de un deseo frustrado, pero eso es todo.
Insisto, sigue sin gustarme aunque no creo que vuelva sobre él, como mucho, para borrarlo o suprimirlo definitivamente. De momento, aquí queda.
Hoy creo que lo cambiaré por completo, aún me gusta menos y como ahora comprendo mejor qué quería contar, lo escribiré y será otro.
Insisto, sigue sin gustarme aunque no creo que vuelva sobre él, como mucho, para borrarlo o suprimirlo definitivamente. De momento, aquí queda.
Hoy creo que lo cambiaré por completo, aún me gusta menos y como ahora comprendo mejor qué quería contar, lo escribiré y será otro.
El silbido de tu nuca en mis zapatos.
El silbido de tu nuca en mis zapatos era tan fuerte aquella mañana como para convencerme de encontrarte tras el matorral mas cercano. Sin embargo al traspasarlo y remover todas sus ramas no estabas y el silbido de tu nuca, seguía atrayendo a mis zapatos. Tenían que ser esos y no otros pues había probado tantos como tenía y ninguno lo captaba. Unos mocasines tras un silbido, casi un susurro que se perdía con soberana facilidad entre los árboles, estanques, puentes y verjas del parque, al menos eso era lo que yo creía.
Jugaba conmigo si, pero yo también jugaba con él. Un día caminando por el Paseo de los niños oí reírse al Rey del oro y al mirarle, le pillé, tratando de disimular su risa y viéndose en renuncio, tuvo que hacerme un guiño. Le propuse que fuese mi cómplice, rehusó, se conoce que eso de la complicidad no va con los reyes.
Jugaba conmigo si, pero yo también jugaba con él. Un día caminando por el Paseo de los niños oí reírse al Rey del oro y al mirarle, le pillé, tratando de disimular su risa y viéndose en renuncio, tuvo que hacerme un guiño. Le propuse que fuese mi cómplice, rehusó, se conoce que eso de la complicidad no va con los reyes.

me manejo mejor, os lo pongo para que comprobéis que lo que escribo es cierto y no un producto de mi fantasía.
Paseaba todos los días por esos jardines y el silbido de su nuca no es ninguna invención, la ocasión en que llegué a verle, o eso creí en aquel momento, el silbido salía de su nuca si,
no podía ver su boca, pero oía el dichoso silbido a la perfección, mis mocasines me llevaban corriendo hacia el y si se hubiera tratado de un silbido normal, lo habría escuchado tamizado, puede ser que se tratase del sonido que producía al moverse, era tan rápido que bien podía generarse con su movimiento, el caso es que en esta quíntuple bifurcación le perdí la pista. ¡Que tontería! ¿No? Es todo tan diáfano en ese parque que no se puede perder a nadie. Lo creáis o no, así fue. Desapareció y con el su silbido.


Quería acercarme hasta el Palacio de las Hadas, pero me había quedado tanto tiempo con mi vista y mis pensamientos perdidos en el estanque que se me hacía tarde y tuve que correr para llegar a tiempo. Desde mi habitación veía un pedazo de parque y muchas noches me quedé dormido deseando, soñando y creyendo verle. La luz del día recomponía la realidad pero aún así salía a la terraza en pijama con el deseo aún vivo en mis entrañas: de un modo u otro tendría que alcanzarle.
Probé con trampas, emboscadas, jugando al despiste, escondiendo los mocasines y poniéndomelos sorpresivamente, pero no había manera y aquello ya me empezaba a oler a burla descarada por su parte.

EL último día de aquel verano renuncié a ir y por más que mi chacha se empeñó en amarrarme al carrito, dije que no y fue que no.
No lo vais a creer.Que estaba allí sí claro, pero el saludo que me hizo por más que lo cuente, la gente no se lo cree. ¡Una estatua de bronce de Peter Pan doblando su cintura y abriendo los brazos para saludarme! ¡A mi y solamente a mi! No, la gente no se lo cree, pero yo le vi. Me quedé paralizado mientras me saludaba y solo cuando se incorporó para recuperar su postura me lancé a devolverle el saludo y al levantar la vista, nos guiñamos un ojo, tan contentos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario